Con motivo de la designación del Maestro Guillermo Scarabino como Presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes (ANBA),  publicamos esta entrevista con el reconocido director de orquesta, docente, autor de artículos sobre música, gestor de actividades culturales. La designación es motivo de orgullo para la ciudad de Rosario y la relacionamos especialmente con la formación musical que el Maestro Scarabino inició en los claustros de música de la Universidad Nacional de Rosario para, desde este sitio web, homenajear a la Escuela de Música universitaria en su 70º Aniversario . En la entrevista* aparecen nombres que no son recuerdos sino valores culturales y educativos que dejaron las personas cuyos caminos trazados son para imitar y preservar.

-¿Por qué se decidió a estudiar música en la Escuela de Música de la UNR,  por entonces Instituto Superior de Música de Rosario? ¿Qué había escuchado acerca de este lugar donde se enseñaba? 

Guillermo Scarabino: Empecé a estudiar música a los 7 años en el Conservatorio Alessio. Continué con el maestro Domingo Scarafía. A partir de 1953 entré en los cursos de Armonía y Contrapunto que dictaba el entonces presbítero Machado en Amigos del Arte y desde 1956 tomé clases de piano con Arminda Canteros. Cuando terminé el secundario en 1957 mi primera decisión fue estudiar Derecho. En Rosario no había facultad: había que rendir libre en Santa Fe. Durante 1958 preparé cuatro materias, pero me aplazaron en la primera que rendí, Introducción al Derecho, que era correlativa de las demás. Fue el único aplazo que tuve en mi vida de estudiante, lo que me llevó a replantear mi verdadera vocación. Con la aprobación de mi padre, decidí poner en orden e incrementar lo que ya sabía de música, y obtener un título profesional cursando una carrera universitaria de la especialidad. Así ingresé en 1959 al Instituto, en el Profesorado de Armonía y Composición. De los docentes de la casa, conocía a Arminda, Machado y Hernández Larguía, ya que también integraba el Coro Estable. Y, en cuanto a alumnos, ingresé con Dante Grela: éramos compañeros en los cursos de Amigos del Arte.

Guillermo Scarabino en la Presidencia de la ANBA. Detrás, la galería de presidentes: alguno de ellos, de izquierda a derecha, Clorindo Testa, Nelly Perazzo, Rosa María Ravera y Jorge Taverna Irigoyen.

– ¿Dónde funcionaba la Escuela? Tengo entendido que cuando Ud. comenzó a estudiar ya estaba en funcionamiento en el actual edificio (ex oficinas de Ferrocarriles del Estado) y antes según me han contado en una casa de calle Moreno casi San Juan. Corrija mis datos si estuvieran errados. 

G.S. : En aquel momento el Instituto dependía funcionalmente del de Santa Fe, cuyo director era Juan Pedro Franze. En Rosario había un regente, Marco Tulio Massa, hijo del compositor Juan Bautista Massa. Hasta fin de 1958 el Instituto funcionó en una vieja casa de la calle Moreno al 1000, que conocí por haber hecho allí los trámites previos a mi ingreso. Pero el año lectivo 1959, el primero que cursé, ya se impartió en Beruti y Riobamba. Los alumnos que venían de antes, ayudaron con las tareas del traslado y estaban felices por la amplitud del nuevo edificio, el de la antigua administración del ferrocarril. Tenía un patio con naranjos que, cuando florecían, impregnaban el ambiente con un aroma delicioso que todavía recuerdo con nostalgia.

– ¿Cómo era el paisaje de «La Siberia», recuerda Cómo llegaban hasta allí?

G.S. :Del otro lado de calle Riobamba estaba la estación del ferrocarril, donde se estudiaba Arquitectura. Con ellos fuimos pioneros en La Siberia. El colectivo que llegaba hasta la propia esquina era el 218. También había líneas que circulaban por calle Necochea. En general, yo me movía en motoneta. El paisaje, desde la esquina del Instituto hacia el Este y el Sur, lo recuerdo como un vasto espacio abierto con árboles y pastizales. Hacia el Norte y el Oeste estaba densamente edificado.

– ¿Qué carrera eligió para estudiar?, hoy la oferta académica es muy amplia, tiene muchas especialidades, ¿qué se podía elegir en aquellos años?

G.S. : Elegí el Profesorado en Armonía y Composición, que era la carrera más afín con lo que venía estudiando en la esfera privada. También era considerada la carrera más completa desde el punto de vista de la formación teórica. En el Instituto continué estudiando en las cátedras de Arminda y Machado.

– ¿En qué horarios se cursaba? ¿Qué imágenes de la actividad dentro de la Escuela? ¿Quiénes eran sus compañeros? 

G.S. : Los horarios eran variados. Recuerdo haber tenido clases temprano, a la mañana, a las 8, y también a la tarde. Cuando ingresé la actividad en el Instituto era, diría, familiar, tranquila… Todo cambió a partir del año siguiente, 1960, gracias al dinamismo que le impartió Emma Garmendia como directora. En cuanto a mis compañeros, recuerdo especialmente a Dante Grela y Miguel Ángel Constanzo aunque, naturalmente, hubo otros.

Foto del 18 de diciembre de 1959, el día del debut del Coro Estable de Extensión Cultural y Artística (ECA) de Las Rosas,  Scarabino fue director fundador.

– ¿Quiénes eran los profesores y autoridades en aquellos años? ¿Cuál de ellos le dejó enseñanzas que hasta hoy Ud. practica?

G.S. : Dependíamos de la Universidad Nacional del Litoral, que comenzó a normalizarse a partir de la asunción del Presidente Frondizi en 1958, después de la intervención de 1955. A mediados de 1959 el Rector era Cortés Pla. El Instituto de Rosario fue separado del de Santa Fe y se llamó a concurso para cubrir la Dirección. Lo ganó Emma Garmendia, una tucumana treintañera por completo ajena al medio musical rosarino, con el bagaje de varios años de docencia en Tucumán y una Maestría en Educación Musical de la Universidad de Indiana. Hubo una amplia renovación de planes y claustro. Aparecieron figuras legendarias como Dorothy Ling, la primera mujer en obtener grados y honores en carrera musical de la Universidad de Cambridge (UK), María Luisa Anido, Antonio de Raco, Carlos Suffern, Juan Carlos Paz –que cambió sus horas de cátedra por una serie de conferencias- y muchos otros que sería tedioso enumerar. Si hay un profesor hacia el cual tengo un recuerdo especial es Machado, un humanista de gran vuelo y muy al día en materia musical. Gracias a él, que utilizaba Structural Hearing de Salzer como guía para sus clases, pude descubrir el mundo de Heinrich Schenker, a quien luego estudié con alguna profundidad y que revolucionó mi manera de oir y entender la música.

– ¿Qué actividades musicales que involucraba a los alumnos, se realizaban?

G.S. : Había audiciones internas periódicas, en las que los alumnos de todas las carreras participábamos asiduamente. En una de ellas tuve la osadía de tocar el Ludus Tonalis de Hindemith completo… creo que fue la segunda audición en Rosario. También eran expuestos trabajos prácticos de los alumnos de composición. Recuerdo la presentación de unos Estudios para trío que escribí en la cátedra de Virtú Maragno aplicando técnicas de Webern… Fueron tocados por el trío de docentes integrado por Efraín Paesky en piano, Simón Blech en violín y Pedro Farruggia en chelo.

– ¿Qué cree que fué lo más importante que le ofreció la Escuela de Música?

G.S. : Una formación de grado amplia, sólida y actualizada. En 1964, mi último año en el Instituto, con el apoyo incondicional de Emma Garmendia comencé a explorar posibilidades de becas para estudiar en Estados Unidos. Recibí una y en 1965 fui admitido como alumno especial en la Eastman School of Music de Rochester (NY). Una vez allá, la Dean of Students Flora Burton me entusiasmó para que rindiera los exámenes de admisión para cursar una maestría. Así lo hice. Fueron cinco exámenes agotadores: cuatro de lo que allá llaman Music Theory –que incluía dictados polifónicos, lectura entonada a primera vista, armonización al piano, etc. – y uno de Historia de la Música. Fui admitido y la cursé sin dificultades. La Eastman estaba entonces rankeada entre las top 5, junto con Juilliard, Curtis y otras dos que no recuerdo. Y admitía solamente entre el 10 y el 12 por ciento de los aspirantes. Para mí fue la prueba de fuego de la excelencia de la formación que había recibido en el Instituto.

(*)Esta entrevista contó con la dedicada e invalorable colaboración del Maestro Guillermo Scarabino.

María Josefina Bertossi
5 de mayo de 2019
Rosario – Santa Fe – Argentina

Para Ampliar Información:

Guillermo Scarabino www.guillermoscarabino.com

Academia naconal de Bellas Artes www.anba.org.ar/

Artículo en La Nación Un director orquesta nuevo presidente academia nacional

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