El Club Alemán integra el reducido grupo de instituciones con más de cien años en la ciudad de Rosario, esto es, con fecha de fundación en el siglo XIX*. Su historia no solo vá de la mano de cada una de las historias de aquellos inmigrantes y descendientes que por distintos motivos se establecieron en nuestra zona sino también de la historia política de nuestro país y de las consecuencias de los acontecimientos internacionales. Siempre ligado al arte, la literatura, el teatro y la música, continúa con la divulgación de la cultura de la nación de la que provenían sus fundadores y de su cruce con la cultura local. Junto al Ing. Mario Hellwig y la Lic. Ingrid Drago, recorrimos algunos pasajes de la historia de esa institución.


En el Deutscher Verein Rosario – Club Alemán de Rosario, en su elegante sede de calle Paraguay 462, nos reciben Ingrid Drago y Mario Hellwig (foto), dos generaciones representativas de los actuales miembros de la institución.

Los orígenes
El Ing. Mario Hellwig quien fuera presidente del Club en distintos períodos, nos cuenta cómo fueron los orígenes de esta centenaria asociación: “Casi todos aquellos primeros socios eran comerciantes enviados por las casas matrices para vender aquí sus artículos al igual que los ingleses, o para comprar algo de lo que había aquí para llevar a sus países, eran comerciantes muy hábiles y el alemán que siempre fue expedicionario probablemente porque son muchos alemanes en un territorio pequeño, habían llegado a la Argentina y así fue que después de trabajar todo el día querían reunirse entre ellos, hablar su lengua. Comenzaron a reunirse en algún bar de la ciudad y pensaron hacer algo “nuestro” como las comidas y allí, nace la idea de formar la institución hacia 1885”.

Ingrid nos señala que “Eran muy expeditivos porque en un año y medio ya habían armado la institución”.

 

La primera casa
“Eran muy astutos” – continúan Mario Hellwig – “Para comprar el terreno y levantar el edificio emitieron bonos y los socios entonces, eran dueños y accionistas, el lugar elegido fue un predio en calle Corrientes al 600 entre Santa Fé y San Lorenzo (exactamente donde hoy funciona la ENET Nº 5 “Ovidio Lagos”). De aquella original edificación quedó el salón de actos y algunos otros espacios.

Reunidos, en su primer edificio, la concurrencia era numerosa y les resultaba pequeño el espacio, entonces comenzaron a pensar en ampliar en ese mismo lugar hasta que alguien dijo que sería mejor pensar en `nuestros hijos, en su educación´, y así, surgió la idea de crear un colegio que resultó ser el Colegio Alemán (actual) y ese socio fue Otto Wilhelm Schneider, mi bisabuelo, y años más tarde, así también, se creó la Iglesia Evangélica Alemana, y también otras instituciones que no perduraron, como las mutuales y el hospital que se fundó junto a los ingleses”.

Mario Hellwig me señala que muchas de esas instituciones se fundaban entre alemanes e ingleses y que luego la política europea fue separando a esas colectividades. “El mismo club Alemán tuvo vaivenes como consecuencia de los episodios políticos europeos”.

Solo para los hombres

Ingrid: en principio era un club solo para los hombres que hablaban alemán.

Mario: después se les permitía a las mujeres asistir los Miércoles. Con los años, acompañadas por un hombre podían entrar al patio de aquel edificio de calle Corrientes.

 

Abandonar la sede
Durante la Segunda Guerra Mundial los gobiernos de la República Argentina se habían mantenido neutrales hasta marzo de 1945 cuando le declara la guerra al ( esto es a  Alemania y a Japón), la consecuencia inmediata en nuestro territorio fue  la confiscación de los bienes alemanes, así fue que los inmuebles donde tenían sede el colegio y el club alemán pasaron a disposición del estado argentino. “Solo se salvó la Iglesia” me señala Mario (en  la esquina de Bvard Oroño y San Lorenzo) y me sigue contando: “yo cursaba en el Colegio Alemán y cuando todavía no había terminado primer grado mi padre me sacó y me envió a otra escuela (a la Mariano Moreno) porque se hablaba de que si se esperaba al años siguiente no habría banco para los alumnos que darán sin el Colegio Alemán. Me dolió muchísimo dejar a mis amigos, para colmo yo hablaba alemán y hablaba muy mal el castellano y por eso mi padre desde ese momento cuando yo hablaba alemán, me contestaba en castellano para obligarme a aprender el idioma de esta tierra».

No solo las propiedades de estas entidades alemanas eran confiscadas sino también se les quitaba la personería jurídica, por esto a partir de ese momento se comienza el trabajo por conseguir nuevamente la entidad y los bienes.

La Política Comercial Internacional
En 1964 llegó el Canciller Federal de Alemania Ludwig Erhard, y nuestro país tenía firmes intenciones de intercambiar comercialmente con Alemania, pero el primer mandatario alemán dijo que “hasta que no devolvieran los bienes, no habría comercio” y entonces, allí el gobierno argentino anunció la restitución de los bienes. Se les dió un valor, y no se los pagó en efectivo sino con bonos o empréstitos. Habían pasado casi 20 años de la confiscación.

Para entonces la propiedad de calle Corrientes ya hacía varios años que era ocupada por una de las escuelas técnicas dedicadas a la construcción, es por eso que en algún momento se pensó en la posibilidad de que los alumnos de construcción construyeran un nuevo edificio para la escuela y devolvieran el original al Club pero nunca se llegó a concretar la propuesta.

El piano
La actividad del Club relacionada con las artes y la literatura era importante, tanto que había un piano de cola en el salón de actos de aquella sede de calle Corrientes que nunca fue restituido. “Con la intención de recuperarlo como objeto histórico” (puesto que su estado había sufrido un gran deterioro) , en una ocasión en los años 90, Mario Hellwig se llegó al edificio de calle Corrientes junto a Pablo Baltzer y Cristián Hernández Larguía para dejar sentado (con un escribano) que ese piano era el que perteneció al Club, estas dos personas habían sido testigos de actividades donde se tocaba ese instrumento.

 

Hall de la sede de calle Paraguay 462: la casa fue proyecto del Arquitecto Armando Delannoy  y la construyó  Rafael Candia y su compañía constructora como vivienda para su familia. Los Candia vivieron allí desde fines de la década de 1920 hasta mediados de la década de 1940.  Luego, la propiedad fue vendida al Dr. Ricardo Ercole, médico rosarino, y éste,  en la década de 1960, la vendió al Club Alemán.

La nueva y actual sede
Después de algunos intentos por recuperar la propiedad de calle Corrientes, finalmente los socios vendieron los empréstitos, y con la buena recaudación se pudo comprar la casa de calle Paraguay, la actual sede, comenzando así otra etapa del Club Alemán de Rosario.

Hacia el final de siglo XX
“El club se conoce ahora por una nueva generación que se compone por descendientes y amigos de la colectividad y ha intensificado su actividad con nuevas ideas cumpliendo con éxito los fines perseguidos al fomentar la vida social y actos culturales”, escribía uno de sus dirigentes salientes por esos años.

Curiosamente cuando en la dirigencia del club Alemán se producía un cambio generacional significativo el 26 de octubre de 1989, Alemania en pocos días vivía el acontecimiento más importante de su historia de la segunda mitad del siglo XX: su reunificación con la Caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989.

 

La cancha de bolos: todo un símbolo
Los Bolos es un juego cuya práctica viene desde la antigüedad y particularmente su desarrollo y popularidad desde la Edad Media tuvo su auge en los Países Bajos y en Alemania. Como parte de la cultura de sus ancestros, algunos miembros del club alemán también lo practican y es por eso que instalados en la nueva sede, decidieron comprar una franja de terreno lindante para construir su espacio en forma de tijera (esto es, se ensancha en la mitad) y practicarlo. Lo curioso es que esa franja se la compraron a la Iglesia Anglicana (ubicada visiblemente en la esquina de Urquiza y Paraguay), sus vecinos desde que el club se instaló en la casona de calle Paraguay. De alguna manera, es una vuelta a los inicios (si bien son dos instituciones distintas e independientes entre sí) el destino volvió a acercar  dos comunidades que a fines del siglo XIX habían iniciado juntas muchas iniciativas en la ciudad.

 

Ingrid Drago, Mario Helwig y María Josefina Bertossi

En el 2017, 132 años
En la actualidad la actividad de Deutscher Verein sigue siendo cultural, se continúa con la difusión de la cultura alemana como las charlas en Alemán que hoy desarrolla Ursula Hellman y que inició Christine Baltzer, también se suma la práctica de las danzas folklóricas alemanas. Ingrid Drago nos señala que “se han incorporado otras actividades como las clases de Gastronomía ( que incluye la pastelería alemana), la Noche de colectividades, gimnasia, clases de Tango a través de un convenio con la Municipalidad de Rosario”.
El Club Alemán es sede de ensayos de la Camerata Prater, y además, a lo largo del año se desarrolla un ciclo de conciertos con diversos intérpretes que se cierra cada uno con una cena de platos típicos.

 

 

 

 

María Josefina Bertossi
23 de julio de 2017
Publicado en Rosario – Santa Fé- Argentina

 

* Asociación Española fundada en 1857, Sociedad de Beneficencia de Rosario fundada 
en 1854, Unione e Benevolenza fundada en 1867, la Sociedad Filantrópica Suiza, 
en 1868),entre otras instituciones centenarias en la ciudad de Rosario.

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