Madama Butterfly será el primer título de esta temporada 2006 que Opera de Rosario producirá en el escenario del Teatro El Círculo en tres funciones a fines de Abril. Como adelanto y preparación para la ópera del Puccini en este artículo ofrecemos el argumento y recomendamos otros sitios sobre su compositor.
Del compositor Giacomo Puccini (1858-1924), y libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, “Madama Butterfly”, tal su título original, está basada en la obra teatral de David Belasco que se inspiró a su vez en la novela del francés Pierre Loti, Madame Chrysanthème.
El estreno mundial tuvo lugar en la Scala de Milán el 17 de febrero de 1901. Esa función no tuvo buen eco en la prensa, por esto Puccini la retocó para reestrenarla en mayo de 1904 en Brescia.
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. Sitio recomendado sobre la vida y obra de Puccini
(Idioma Inglés)
Argumento:
La acción transcurre en un colina sobre Nagasaki, Japón, a finales del siglo XIX.
Acto I:
El teniente Benjamín Franklin Pinkerton, oficial del buque estadounidense «Lincoln», debe permanecer un tiempo en Nagasaki. Para hacer placentera su estadía solicitó los servicios del diligente nakodo (agente matrimonial), Goro. Éste no sólo le consiguió una joven esposa, Cio-Cio-San, sino también una casa situada en una colina sobre la bahía de Nagasaki. Al iniciarse la acción Goro muestra la morada a Pinkerton, a quien también presenta a la servidumbre entre la que se encuentra Suzuki, otrora doncella de la futura señora de Pinkerton. Para la ceremonia nupcial se prevé la presencia del cónsul norteamericano, el oficial del registro y la parentela de la novia. No tarda en llegar el primero, a quien su coterráneo informa sobre lo conveniente de su situación: las complacientes leyes japonesas permiten un contrato de locación de 999 años, que puede ser rescindido con un preaviso de 30 días. Además, la sola ausencia del esposo por el término de un mes constituye causal suficiente para decretar el divorcio. Todo esto resulta ideal para el despreocupado marino. Goro interviene en la conversación ofreciendo una esposa también a Sharpless, pero Pinkerton le ordena que vaya en busca de Butterfly (Mariposa) nombre por el cual también se conoce a la joven prometida.
Sharpless informa a Pinkerton que dos días antes la joven acudió al consulado. Si bien no pudo verla, el timbre de su voz lo conmovió. Seguro de la sinceridad con que ella expresó sus sentimientos por su prometido, el cónsul previene a su amigo sobre el gran mal que podría infligir a la muchacha si la engaña. Pinkerton no atribuye importancia a esas palabras: para él, todo lo que está ocurriendo es solamente una aventura pasajera.
Se oyen voces: es la novia que se aproxima acompañada por sus amigas. Su belleza y encanto impresionan por igual a ambos norteamericanos. Una vez que han llegado, Sharpless interroga afectuosamente a Butterfly, quien le enumera sus antecedentes familiares: su familia, ahora próspera, vino a menos cuando murió su padre, por lo que la joven tuvo que desempeñarse como geisha para ganarse la vida y mantener a su madre. Además revela que sólo tiene quince años. Llegan el Comisario Imperial, el oficial del Registro y parientes de la novia. Todos, especialmente las mujeres, comentan sobre la apostura del novio. Este muestra la casa a Butterfly, quien a su vez despliega ante él algunas pertenencias que trajo consigo, entre las que se encuentran unos ídolos que representan las almas de sus antepasados, y un estuche que ella no quiere mostrar pues hay demasiada gente. Cuando la joven se retira para guardar sus cosas, Goro informa a Pinkerton que el estuche contiene un arma que el Emperador envió al padre de Butterfly, con la invitación de que cometiera el harakiri.
Finalmente tiene lugar la ceremonia nupcial. Los dignatarios y el cónsul se retiran mientras el resto de la concurrencia festeja la unión de los jóvenes. Pero la súbita llegada del tío Bonzo de Butterfly, interrumpe la fiesta. Se ha enterado de que ella renuncio a su religión para abrazar la de su marido. Ante el horror de los presentes, la maldice. Parientes y amigos se retiran con el sacerdote, renegando de Butterfly. Una vez solo con su esposa, Pinkerton consuela a la joven, que acepta sin titubeos su nueva condición de esposa y cristiana, entregándose a su marido con cuerpo y alma.
Acto II:
Han transcurrido tres años. Pinkerton ha sido llamado a su patria después de un breve período de vida matrimonial, dejando a Butterfly en Nagasaki. Cuando la acción comienza, Suzuki se encuentra rezando a sus dioses: les implora que Butterfly no llore más. Entra ésta, demostrando una fe inquebrantable en el dios americano, pero teme que él no esté enterado de su existencia. Suzuki informa a su ama que si Pinkerton no regresa pronto se las verán muy mal, pues ya no les queda casi dinero. Butterfly está segura de que su marido volverá: si no, ¿por qué el cónsul paga mensualmente el alquiler de la casa? Suzuki duda, pero en un aria conmovedora la joven describe lo que sucederá el hermoso día en que regrese su marido.
Se presenta Sharpless. Butterfly le da una cordial bienvenida a «un hogar americano». El cónsul trae noticias de Pinkerton. Al enterarse de que él se encuentra bien, la joven manifiesta ser la mujer más feliz del Japón, e inquiere a su visitante cuándo hacen sus nidos los petirrojos en América: su esposo le prometió que regresaría para entonces, y en Nagasaki ya lo han hecho tres veces; quizá en los Estados Unidos lo hagan con menor frecuencia. Aparece Goro, que se burla de Butterfly, quien lo hace callar. Sharpless, desconcertado ante el candor de la muchacha, expresa que no ha estudiado ornitología y que, por ende, no puede responder a la pregunta. Butterfly le dice que desde que partió Pinkerton, Goro ha estado asediándola con propuestas matrimoniales, entre ellas la del rico príncipe Yamadori, quien no tarda en presentarse. Butterfly lo recibe con ironía. En vano Goro señala que, para la ley japonesa, ella está divorciada. La joven replica que sólo obedece a las leyes de su nueva patria, los Estados Unidos, que castiga al marido infiel. Mientras ella pide el té, Goro y Yamadori comentan con Sharpless que el «Lincoln» se aproxima al puerto. No atreviéndose a ver a Butterfly, Pinkerton ha escrito al cónsul pidiéndole que la desengañe sobre su matrimonio, pero Sharpless no sabe cómo hacer para decírselo. Vuelve Butterfly con el té y se burla de su pretendiente, que opta por retirarse.
Cuando Yamadori y Goro han salido, Sharpless se dispone a leer la carta a Butterfly, quien la lleva emocionada a sus labios y la pone junto a su pecho. Sharpless comienza a leer, mientras Butterfly lo interrumpe constantemente, rememorando días felices. Al llegar al párrafo en que el marino anuncia su regreso inminente, decide no proseguir la lectura. Pregunta a la joven qué haría si su marido la abandonase. Ella responde que volvería a cantar, a divertir a la gente o, mejor que eso, morir. Sharpless, conmovido, le sugiere que acepte a Yamadori. Con tristeza, Butterfly lo invita a retirarse, pero el pobre hombre se disculpa. Súbitamente la joven se acuerda de algo: corre hacia una habitación y vuelve con un niño, hijo de Pinkerton. Butterfly expresa que prefiere morir antes que verse obligada a aceptar la caridad ajena para mantenerlo. Sharpless, abrumado por la emoción, pregunta cómo se llama el niño. Su madre replica: «Hoy me llamo Dolor, pero cuando le escriba dígale a mi padre que me llamaré Alegría en cuanto él regrese.» Sharpless promete que Pinkerton lo sabrá todo, y se retira. En ese momento irrumpe Suzuki arrastrando a Goro, quien ha estado diciendo a todo el mundo que no se sabe quién es el padre del niño, que cuando se nace maldito en América, se es rechazado por la sociedad. Butterfly, enfurecida, amenaza de muerte a Goro y lo echa violentamente de la casa.
Se oye el cañón del puerto: se acerca una nave de guerra, blanca, y con ayuda de un catalejo Butterfly distingue el nombre: es el «Lincoln». Presa de exaltación y alegría, la joven se dispone junto con Suzuki a recibir al ausente, esparciendo flores por las habitaciones. Hecho esto, Butterfly se acicala y se vuelve a poner el «obi» que usó el día de su boda. Oscurece. Las dos mujeres y el niño inician su espera.
Acto III:
Pasa la noche y despunta el alba sin que Pinkerton se presente. El niño duerme, las mujeres velan. Butterfly afirma que su amado llegará cuando el sol esté alto. Suzuki le propone descansar antes de que él aparezca, pues se encuentra muy demacrada. Butterfly acepta y se retira con su hijo.
Enseguida entran Sharpless y Pinkerton, quien inmediatamente ordena a Suzuki que no despierte a Butterfly. Al comprobar cómo ambas mujeres han decorado la casa para su vuelta, Pinkerton se siente acongojado. Suzuki ve a una mujer en el jardín: es la esposa de Pinkerton. Este y Sharpless han llegado a esa hora temprana para rogar a la fiel sirvienta que transmita la terrible noticia a Butterfly. Suzuki, anonadada por la congoja, acepta por el bien del niño, de quien se hará cargo el padre. Una vez solo con Sharpless, Pinkerton da rienda suelta a su ahora inútil arrepentimiento y se retira precipitadamente.
Entra Suzuki acompañada por Kate Pinkerton, quien promete ser como una madre para el niño. Suzuki le cree, pero necesita estar sola con su ama para hablar con ella. Justamente se oye la voz de Butterfly, que entra agitadísima. Al ver a Kate y Sharpless, que no pronuncian palabra, adivina la cruel realidad, que corrobora la acongojada Suzuki. El dolor de Butterfly conmueve profundamente a Kate y Sharpless, quien le solicita que entregue al niño. La desdichada madre accede, pues debe obedecer a su esposo. Pero sólo a él se lo dará, dentro de una media hora.
Al retirarse todos, Butterfly llora amargamente. En vano trata Suzuki de consolarla. Su ama le ordena que vaya a hacer compañía al niño, que juega en una habitación contigua. La fiel criada comprende con horror la intención de Butterfly, pero la orden no admite réplica. Una vez sola, ésta se acerca al altar, toma la daga de su padre y lee la inscripción grabada en ella: «Con honor muere quien no puede vivir con honor». Cuando está a punto de clavarse el arma en la garganta Suzuki hace entrar al niño, en un intento desesperado por impedir que Butterfly se suicide. Esta, al verlo, le da su desgarradora despedida, morirá para que él pueda vivir feliz, en un país allende el mar, sin que lo carcoma en el futuro el remordimiento de haber dejado a su madre. Le ruega que la mire por última vez, para que al menos recuerde aunque sea vagamente su rostro. Acto seguido se separa del niño y Suzuki, ante las evidentes intenciones de Butterfly, la ayuda a cumplir el rito atándole juntas las rodillas y alcanzándole la daga. Se oye la voz de Pinkerton que por tres veces llama a Butterfly, y al presentarse ante ella, la desesperada mujer lo mira profundamente y se hunde el arma en el corazón.
31 de marzo de 2006
Rosario- Argetnina