Este Domingo 23 de mayo a las 19:15, en el Museo Castagnino y dentro del Ciclo Latinoamérica en la música, Hernán Vázquez (Piano) ofrecerá un concierto dedicado a obras de C. Aharonián, J. Arandia Navarro, A. Ginastera, M. C. Guarnieri, R. Halffter, E. Lecuona y M. Lavista. Aprender “a escuchar lo que tienen para decirme”, ¿será eso lo que hay que tener en cuenta para empezar a conocer nuestra música?.

Detalles del programa en Agenda 2010

Hernán Vázquez
Hernán Vázquez es un estudioso de la música latinoamericana y para el concierto del ciclo mencionado ha seleccionado un repertorio que representa a dos regiones geográficas definidas que además permitirán al público escuchar distintas estéticas sonoras.
Minuciosamente el intérprete nos ha respondido sobre este repertorio:

¿Cuál es el criterio de selección del repertorio de este concierto?
Hernán Vázquez: En los últimos años me resulta difícil no pensar un concierto (de cualquier tipo de música) como un evento con una doble función, como un espectáculo y como una acción con intensión comunicativa. En tanto espectáculo, un concierto es un ámbito de encuentro donde las personas (público e intérpretes) nos reunimos para obtener un momento privado de goce estético. Asimismo, todo evento artístico funciona en nuestra cultura como un intercambio de ideas que remiten a formas de interrelación social, económica y política. No es lo mismo producir o asistir a un musical como La Sirenita que a Cabaret o, en cuanto a música instrumental, es muy diferente un concierto con obras pertenecientes al barroco francés, al barroco latinoamericano o a compositores exiliados o asesinados por causa de alguna dictadura. Cada una de estas músicas nos remite a ámbitos culturales y posturas ideológicas totalmente diferentes. No podemos ser inocentes ante este tipo de cuestiones, porque la música (como toda producción humana) no lo es. Por supuesto, todos tenemos derecho a elegir y a ser consecuentes con nuestros deseos. Lo que quiero decir es que nuestras elecciones estéticas están atravesadas por nuestras convicciones ideológicas. Si las canciones infantiles de María Elena Walsh no son inocentes, tampoco son inocuas las alegres y románticas canciones que escuchábamos en la voz de Julio Iglesias a fines de la década del 70. Sin embargo, somos sujetos cargados con obligaciones y necesidades que buscamos algo de felicidad. En la medida de lo posible, la música nos permite momentos de distención y reflexión que suelen estar restringidos en nuestro entorno social.
Planteadas así las cosas, al seleccionar las obras que integran el programa que ejecutaré el próximo domingo 23 busqué brindar algo de información, interpelar al oyente con distintos universos sonoros y, dentro de mis posibilidades, dar lugar a un momento de goce estético. Al ser convocado por Daniel Cozzi para el ciclo de música latinoamericana, quise dedicarme a dos regiones geográficas: por un lado México y el Caribe y, por otro, al Río de la Plata. Esto dio lugar a la presencia del mexicano Mario Lavista, el español mexicanizado Rodolfo Halffter y el cubano Ernesto Lecuona. En otro contexto están el uruguayo Coriún Aharonián y los argentinos Alberto Ginastera y Jorge Arandia Navarro, mientras que el brasilero Mozart Camargo Guarnieri funcionaría como una ‘transición continental’.
El grupo de compositores, por cierto heterogéneo, pertenecen a distintas generaciones y representan distintos posicionamientos estéticos e ideológicos. Cada uno puede pensarse como representante de la diversidad social que caracteriza a la región latinoamericana. Además, creo que es interesante incluir a un nacionalista empedernido y anti-extranjerizante como Guarnieri junto a una obra dodecafónica de un español exiliado en México durante el franquismo y que se convirtió en un protagonista e impulsor importante de la música mexicana como lo fue Halffter. De manera similar, contrastan algunas convenciones formales de una música, que podemos caracterizar como mestiza, por la presencia de elementos afro, como las danzas de Lecuona con una intelectualidad como la de Lavista (que encima está basada en un fragmente literario de Jorge Luís Borges). Los autores rioplatenses son diferentes y, a su vez, poseen una parte de su historia musical en común.
Conozco la obra de Ginastera y Aharonián desde unos cuantos años atrás, Arandia Navarro fue alguien con quién tomé contacto a partir de la investigación que realicé como tesis de la Maestría en Interpretación de Música Latinoamericana del Siglo en la Universidad Nacional de Cuyo. En 1962, Ginastera logró crear el Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales (CLAEM) en el soporte institucional del Instituto Torcuato Di Tella. Entre los becarios del Centro, dedicado a la enseñanza de la composición musical, estuvieron Arandia Navarro y Aharonián. Las obras de los tres compositores poseen características muy diferentes. Ginastera y Navarro pueden coincidir en el enfoque subjetivo, aunque el primero se basó en algunos elementos de la música pampeana y Navarro elaboró su obra a partir d recuerdos de sus viajes a Brasil. Aharonián, por su parte, aplica procedimientos derivados del minimalismo a un material musical cuyo origen es el tango rioplatense.

¿ Esa selección está relacionada con tu trabajo de investigación?
Hernán Vázquez: Solamente la obra de Arandia Navarro. Si bien la investigación que realicé sobre el CLAEM es de carácter principalmente histórico, también me he dedicado a estudiar algunas características del contexto social de sus primeros cinco años de funcionamiento y, por tratarse de una maestría en interpretación musical, en el momento de la defensa debí ejecutar un repertorio de obras relacionadas con la investigación. Mi trabajo se centró en la producción musical del CLAEM hacia la comunidad, principalmente los conciertos que el Centro organizó con obras de compositores actuales y los conciertos dedicados exclusivamente a mostrar la producción de los compositores becarios. El programa del recital-tesis estuvo conformado íntegramente por obras compuestas por los becarios del CLAEM, el ochenta por ciento de ellas creadas durante su estadía en el Centro. El recorte temporal de la investigación comprendió el período entre los años 1962 y 1966, Arandia Navarro fue becario durante los años 65 y 66. Aharonián pertenece al grupo de becarios siguiente (1967-68) y, por lo que tengo entendido, no existiría un vínculo entre ese período de estudios y la obra que ejecutaré.
En lo que respecta a mi investigación sobre el CLAEM, el tema principal es la recepción que el Centro y su producción musical tuvo en la prensa periódica (las críticas y artículos de la época). Próximamente, creo que hacia el mes de agosto, una síntesis de mi tesis se publicará como uno de los artículos de la Revista Argentina de Musicología. Actualmente he retomado el trabajo para profundizar algunos aspectos que no he podido abordar en su momento y además pretendo abarcar los diez años de existencia del CLAEM. Si bien la tarea de investigador y este tema me interesan particularmente, recientemente he sido admitido en el plan de Doctorado de la Universidad de Buenos Aires y el trabajo de investigación será necesario para elaborar mi tesis doctoral.

¿Por qué creés que la música argentina tiene tan poca difusión entre los intérpretes?
Hernán Vázquez: Si hablamos específicamente de música clásica, académica o culta (como queramos llamarla por diferenciarla de la música más popular), creo que la música de compositores argentinos y latinoamericanos no se ejecuta por dos razones relacionadas: desconocimiento y falta de interés por privilegio de otras músicas (principalmente de origen europeo). En ciertos ámbitos, la producción musical de compositores tales como Ginastera, Juan Carlos Paz, Heitor Villa-Lobos, Diana Rud y hasta de John Cage recibe el nombre de ‘culta’, como ‘culturalmente dependiente de la cultura europea’. Esto no es en sentido peyorativo, sino que describe cierto modo de crear obras musicales. No podemos engañarnos, el concepto de música y el de obra de arte es una creación de la civilización europea occidental y nosotros somos parte de esa cultura (más o menos dependientes, pero aquí estamos). Ahora bien, siempre es complicado generalizar, pero la falta de información sobre las creaciones de los artistas que nos rodean o pertenecen a nuestro pasado inmediato suele ser tomado como algo normal en la instituciones educativas. Lo más grave es que esta problemática suele naturalizarse, evitando que las instituciones se hagan responsables por la desinformación que transmiten. Por dar dos ejemplos relacionados con mi experiencia: mi interés por investigar qué música se había producido en el Centro que dirigió Ginastera durante la década del 60 surgió hace unos diez años atrás, cuando me enteré (tres años después de haber obtenido mi título de Licenciado y Profesor de música!) que dicho Centro había existido! En la actualidad, estoy a cargo de la asignatura Historia de la música argentina y latinoamericana en un Conservatorio de música de la provincia de Buenos Aires. Paradójicamente, en el actual plan de estudios, dicha asignatura no corresponde para los estudiantes de la carrera de educación musical para colegios primarios y secundarios! Según tengo entendido esta situación va a ser modificada en un nuevo y cuestionado plan de estudios. Creo que esos dos ejemplos plantean claramente la situación, ni hablar de algo que considero sintomático: en muchas instituciones, además de no existir cursos especiales dedicados a las músicas populares de raíz folklóricas o al tango (menos aun de otros géneros populares), los docentes de instrumento no permiten que los alumnos presenten a los exámenes obras relacionadas con ámbitos populares (ni siquiera de Astor Piazzolla!). Creo que la desvalorización que las instituciones tienen sobre las creaciones de músicos argentinos es similar a la displicencia con la que se suele tratar a las carreras relacionadas con la educación musical masiva. A mí me interesa la pedagogía, y me interesa que los docentes de música puedan desarrollar sus capacidades para poder tomar contacto con el contexto social, cultural y musical con el que van a interactuar y al que van a dar forma. En mi caso, por un interés particular y el recorrido profesional que he decidido encarar, he podido conocer algo de la música argentina y latinoamericana. No me considero un experto en absoluto, solo sé que tengo interés y la capacidad para adentrarme en algunos aspectos de la historia y la interpretación musical. Además, como docente, y al igual que los alumnos, soy parte de esas instituciones musicales que creo pueden producir mayor conocimiento. Por lo tanto, en la medida de mis posibilidades, trato de aportar algo que movilice a otros a seguir produciendo conocimiento. Conozco mis limitaciones y, así como no conozco en profundidad la producción musical de María Elena Walsh y no fue algo presente en mi niñez, soy consciente de cuanto disfrutaba al escuchar las canciones de Julio Iglesias acompañado por la Trillizas de Oro. Ahora prefiero escuchar otras músicas, no puedo decir que sean mejores sino que he aprendido a escuchar lo que tienen para decirme.

Hernán Gabriel Vázquez – Recorrido
Es Magíster en Interpretación de Música Latinoamericana del Siglo XX por la UNCuyo, Licenciado en Música y Profesor en Piano por la UNR. Junto a su profesión de intérprete, se desempeña como docente de grado en la UNR, en el Postítulo del Conservatorio “Julián Aguirre” de Banfield e integra el equipo encargado del Seminario de Posgrado “Formatos Mediáticos I y II” en el Área Transdepartamental de Crítica de Arte del IUNA. Ha sido admitido al programa de Doctorado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Es miembro de la Asociación Argentina de Musicología.


17 de mayo de 2010
Rosario – Argentina


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